Paso A Paso A La EternidadReligión y Espiritualidad

Reflexiones Bíblicas para cada día


Paso a Paso a la Eternidad.

Invocar el nombre del Unigénito Hijo de Dios

Fri, 19 Apr 2024
Invocar el nombre del Unigénito Hijo de Dios

La salvación y la vida eterna están disponibles para personas de todas las nacionalidades y etnias del mundo sin ninguna clase de restricciones. Todo esto gracias al sacrificio realizado por Jesucristo en la cruz del calvario. La salvación gratuita que ofrece Jesucristo no requiere de obras personales como muchos líderes religiosos lo creen y lo enseñan a sus adeptos. La salvación se obtiene únicamente al invocar el nombre del Unigénito Hijo de Dios, tal como lo resalta el apóstol Pablo: “Pues todo el que invoque el nombre del SEÑOR será salvo.” Romanos 10:13 NTV.

Antes de la llegada de Jesucristo a este mundo y su sacrificio en el madero, la salvación era exclusivamente para el pueblo judío. Las personas que no eran parte de este pueblo elegido de Dios, si querían alcanzar la salvación, debían adoptar la tradición, costumbre y religión del pueblo escogido. Pero todo esto terminó cuando Jesucristo ofreció su vida en rescate por toda la humanidad pecadora. Ahora la salvación está disponible para todo aquel que invocare el nombre de Jesucristo. Esta expresión familiar del Antiguo Testamento no se refiere a un clamor desesperado dirigido a cualquier deidad, sino al Unigénito Hijo de Dios tal como se ha revelado a sí mismo, una revelación que ahora incluye el reconocimiento de Jesús como Señor y de aquel quien levantó a Jesús de entre los muertos.

Para alcanzar la salvación, las personas tienen que creer que Jesucristo ha resucitado de entre los muertos tal como lo declara la Escritura. Creer, no solamente que Cristo vivió en el pasado, sino que también que en el presente vive y está sentado a la diestra de Dios Padre. Creer en Jesucristo no como un personaje histórico como muchos otros profetas de las Sagradas Escrituras u hombres valerosos de la historia humana, sino como el Unigénito Hijo de Dios que vino a este mundo para entregar su vida por amor a toda la humanidad. Aparte de creer en Jesucristo, también tienen que declarar con sus voces que Él es el Salvador de sus vidas. Solo así alcanzaran la salvación y la vida eterna en el reino de los cielos.

Las personas pueden tener la seguridad de su salvación si invocan el nombre de Cristo, porque el Señor en su amor y misericordia no negará a nadie la posibilidad de que alcance la salvación si invocan Su nombre de todo corazón. Pero si ese clamor no es sincero ni de todo corazón, el Señor por más de que invoquen Su nombre, no les otorgará el perdón de sus pecados, ni les dará la posibilidad de que vivan eternamente en el reino de los cielos, sino que seguirán bajo la condenación de sus pecados. El creyente que haya invocado de todo corazón el nombre del Unigénito Hijo de Dios, lo reflejará con su vida de obediencia a la Palabra de Dios, y su servicio con los dones y talentos recibidos.

NO NOS AFERREMOS

Thu, 18 Apr 2024
NO NOS AFERREMOS

Aferrarse a un título gubernamental o a un cargo en los puestos de trabajo, es propio de los seres humanos, por eso no estarán dispuestos a abandonar con facilidad, sino que lucharán fervientemente para mantenerse en esos cargos. Algo similar también sucede en la vida cristiana, pues algunos creyentes se aferran tanto a los cargos ministeriales que no están dispuestos a que otro creyente pueda ocupar su lugar. Por eso se oponen a cualquier reestructuración de liderazgo dentro de las congregaciones cristianas y ministerios. En contraste a los hombres, Jesucristo no se aferró a Su título y lugar de privilegio que tenía en el reino de los cielos, sino que se despojó en beneficio de toda la humanidad: “Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre,” Filipenses 2:6 NTV.

Antes de Su venida a este mundo, Jesucristo ocupaba un puesto de privilegio junto a Su Padre en el reino de los cielos, compartía Su misma divinidad, autoridad y poder sobre toda la creación. Los ángeles de la corte celestial estaban a su servicio día y noche, porque era Dios mismo sentado en Su santo trono. Pero pese a todos estos privilegios que tenía, cuando vio que la humanidad necesitaba ser redimida de sus pecados que le condenaban a una eternidad de sufrimiento, no se aferró a su posición y privilegio que compartía con Su Padre, y estuvo dispuesto a dejar Su igualdad posicional con Dios y venir a este mundo para redimir a toda la humanidad y rescatarlo de su condenación.

El Señor por Su inmenso amor y misericordia, voluntariamente y en completa humildad renunció momentáneamente a todos sus privilegios divinos, para adoptar un cuerpo y una naturaleza humana para el beneficio de toda la humanidad que se encontraba sumergida en las profundidades del pecado. Jesucristo al encarnarse, no renunció a su deidad para convertirse en humano, sino que dejó a un lado el derecho a su gloria, su poder y su majestad en el reino de los cielos que compartía junto a Su Padre. Al Señor tampoco le importó ser rechazado, menospreciado, afligido y asesinado por los mismos hombres pecadores por quienes abandonaba su divinidad. Su amor y misericordia por la humanidad, prevaleció sobre cualquier título y posición divino en el reino de los cielos. Al igual que Jesucristo, no debemos aferrarnos a los cargos que podamos ostentar en este mundo, ya sea en el ámbito secular y ministerial. Siempre debemos estar dispuestos a dejarlos, si eso beneficia en algo a los que nos rodean. Nuestro corazón debe estar dispuesto siempre a servir a nuestro prójimo.

ALEGREMOS AL ESPÍRITU SANTO

Wed, 17 Apr 2024
ALEGREMOS AL ESPÍRITU SANTO

Uno de los mandamientos más quebrantados por los seguidores de Cristo, es el mandamiento de honrar a sus padres. Pues los hijos constantemente desobedecen y se rebelan contra ellos , provocándoles un profundo dolor en sus corazones. Con esta actitud en vez de honrarlos, los deshonran, acarreando de esta manera condenación para sus vidas. Posiblemente abran muchos hijos que no quebrantan este mandamiento y no les ocasionan dolor a sus padres, pero sí hay a alguien que le provocan dolores constantemente, y es al Espíritu Santo de Dios que mora en cada uno de los redimidos. Ante esta realidad del creyente, el apóstol Pablo nos hace esta exhortación: “No hagan que se ponga triste el Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en ustedes, para reconocerlos cuando llegue el día en que para siempre serán liberados del pecado.” Efesio 4:30. NTV.

Al ver a nuestros padres podemos saber cuándo ellos están tristes, y si la causa de sus tristezas es nuestro comportamiento inadecuado, podemos acudir a ellos para pedirles perdón y cambiar nuestra actitud. Pero no sucede lo mismo con el Espíritu Santo, pues al no verlo, pasamos por alto si Él está triste a causa de nuestra desobediencia a la voluntad de Dios Padre. Pese a que no le veamos, podemos saber cuándo está triste el Espíritu Santo, y esto lo podemos saber examinando nuestra vida como seguidores de Cristo. Si no estamos llevando una vida de total obediencia a Dios, cumpliendo y obedeciendo su Palabra, podemos tener la certeza de que el Espíritu Santo está triste a causa de nuestra actitud. Para no seguir entristeciéndolo, debemos cambiar nuestra vida, escuchar Su voz y permitirle que dirija nuestra vida, pues Él nos ama profundamente y quiere que llevemos una vida que honre al Padre Eterno.

En nuestra conversión a Cristo, fuimos sellados con el Espíritu Santo para el día de nuestra liberación de la condenación eterna. El sello del Espíritu Santo es nuestra garantía de nuestra salvación total, por eso cuando regrese Jesucristo a este mundo, nos llevará consigo a su reino para que vivamos eternamente con Él, y no seremos condenados con el resto de las personas que jamás lo recibieron como su Señor y Salvador. Por todo lo que hace el Espíritu Santo día tras día por nosotros, en vez de entristecerlo, debemos alegrarlo, y la única manera de hacerlo; es escuchando su voz, permitiéndole que dirija nuestra vida, y llevando una vida de comunión con nuestro amoroso Padre eterno mediante el estudio de Su Palabra, la oración y el servicio en el cuerpo de Su amado Hijo Cristo Jesús , con los diferentes dones y talentos que hemos recibido según el beneplácito de Su Santo Espíritu.

NUESTRA GLORIOSA VIDA ETERNA

Tue, 16 Apr 2024
NUESTRA GLORIOSA VIDA ETERNA

Mientras los seguidores de Cristo sigan viviendo en este mundo, tendrán que seguir afrontando el dolor y el sufrimiento hasta que lleguen a la presencia del Señor. En ocasiones parecerá que los dolores corporales serán más fáciles de sobrellevar que los dolores ocasionados por la traición de los amigos, familiares y cónyuges, o el dolor ocasionado por la muerte prematura de un ser amado, o por la desilusión que viene tras un sueño hecho pedazos. Cada uno de estos dolores físicos o sentimentales que puedan afrontar los creyentes en este mundo, son pasajeros en comparación a su vida eterna con Cristo Jesús en el reino de los cielos. Estas palabras de aliento son dadas por el apóstol Pablo para que los creyentes no desfallezcan en medio de su dolor y sufrimiento. “Estoy seguro de que los sufrimientos por los que ahora pasamos no son nada, si los comparamos con la gloriosa vida que Dios nos dará junto a él.” Romanos 8:18 TLA.

El apóstol Pablo con estas palabras para nada trata de minimizar el dolor o el sufrimiento que puedan padecer los seguidores de Cristo, lo que trata de hacer, es de alentarlos para que no se rindan cuando estos padecimientos lleguen a sus vidas, sino que sigan adelante superando todas esas penalidades, teniendo la certeza de que cualquier dolor o sufrimiento que padezca, no serán para siempre, pues en un futuro no tan lejano, estos serán cambiados por dicha y alegría, las cuales sí durarán para siempre, y borrarán todo rastro de tribulación que haya padecido durante su vida terrenal. Cuando los creyentes lleguen a la presencia de Dios Padre, cualquier dolor o sufrimiento de su vida terrenal, no será nada en comparación a las recompensas públicas que recibirán ante las huestes celestiales que moran en el reino de los cielos.

En el reino de Dios, hasta el más crudo dolor que puedan padecer los creyentes en este mundo, parecerán meros alfilerazos cuando finalmente su Señor y Salvador corone sus frentes con la corona de la vida. La seguridad de la maravillosa herencia que tiene nuestro amoroso Padre Eterno, debe alentarnos a no dejarnos vencer del dolor o el sufrimiento que lleguen a nuestras vidas. Debemos tratar de superar toda aflicción de esta vida terrenal, y caminar firmes en el camino que nos lleva a nuestra morada eterna. En esa morada futura, donde nos espera con los brazos abiertos nuestro amoroso Padre Eterno para darnos una maravillosa herencia, la cual compartiremos con su amado Hijo Cristo Jesús. Con esta maravillosa esperanza, esperemos con impaciencia a que nuestro Señor y Salvador, regrese por nosotros a llevarnos a su reino para que moremos eternamente junto a Él.

NADIE HA VISTO JAMÁS A DIOS

Mon, 15 Apr 2024
NADIE HA VISTO JAMÁS A DIOS

En el presente se puede ver y escuchar testimonios de personas que afirman haber visto a Dios Padre y conversado con Él. Mucho de estos testimonios son de personas que han estado en una situación crítica de salud, o en coma. Pero también hay personas que afirman haber visto a Dios Padre en un éxtasis de espiritualidad. Estos testimonios no son reales, ya que nadie puede ver a Dios Padre, sin antes haber sido transformados a Su misma gloria. Esta transformación solo se dará una vez que Jesucristo regrese a este mundo para llevar a sus siervos al reino de los cielos. Un hombre con un cuerpo y su ser no glorificado, jamás podrá estar en la presencia de Dios Padre y verle cara a cara, por eso hasta el momento el único que ha visto a Dios Padre en todo su esplendor es el Hijo, tal como lo afirma el apóstol Juan: “Nadie ha visto jamás a Dios. Pero el Hijo, el único, él mismo es Dios y está íntimamente ligado al Padre. Él nos ha revelado a Dios.” Juan 1:18 NTV.

En el periodo del Antiguo Testamento, Dios se comunicó con varias personas como los profetas para darles mensajes específicos, pero no se les manifestó en todo su esplendor, ya que Dios es Espíritu y por ello invisible. No tiene cuerpo y aunque Él se manifestó a los profetas en forma visible como Ángel o como Hombre, estas apariciones no revelaban realmente cómo es Dios. Por eso ninguna persona a excepción de Cristo ha visto a Dios Padre en todo su esplendor. Jesucristo como el Unigénito Hijo de Dios Padre, ha visto a su Padre en todo su esplendor, porque Jesús es la misma esencia o ser que el Padre, engendrado desde la eternidad. Él es el que vive en unión íntima con el Padre, por eso tiene una relación íntima, completa y personal con el Padre. Jesucristo al venir a este mundo con un cuerpo encarnado, reveló la naturaleza y la esencia de su Padre, de una forma que podía verse y tocarse. En su amado Hijo, el Padre se hizo hombre y habitó entre los hombres.

Aun estando aquí en la tierra, Jesús seguía estando en el seno del Padre. Era uno con Dios e igual a Dios. Por eso cuando los hombres veían y oían hablar a Jesús, veían y oían hablar al Padre. En Cristo sentían el amor y la ternura del Padre. Los pensamientos y las actitudes de Dios para con la humanidad han sido plenas y absolutamente dadas a conocer por Jesucristo. Por eso no hay otra manera de conocer a Dios sino por medio de Jesucristo, el Verbo. Todo aquel que quiera conocer al Padre, tendrá que aceptar a Su Hijo como su Señor y Salvador, pero con esta declaración de fe, el creyente todavía no verá al Padre en todo su esplendor, sino únicamente cuando sea transformado a su misma gloria, y esto se dará cuando Jesucristo regrese a este mundo para llevar a sus seguidores al reino de su amoroso Padre Celestial.

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